¿Por qué en la adolescencia nuestros hijos e hijas cambian tanto? ¿Por qué no les entendemos o se comportan de forma más rebelde y tienen conductas que no comprendemos? Rafa Guerrero – Darwin Psicólogos nos explica que su cerebro, sobre todo la parte prefrontral que controla la concentración o el control de impulsos, se está actualizando, mejorando y preparándose para la etapa adulta.
Guía práctica para padres y profesores · Conocimiento del cerebro: el mejor consejo que te puedo dar para intervenir eficazmente con tu hijo o alumno adolescente es comprender su funcionamiento cerebral. · Paciencia: el cerebro tarda en alcanzar la madurez en torno a 25 años. Las mujeres son, en promedio, más maduras cerebralmente, que los varones. Tengamos altas dosis de paciencia. · Duelo: los padres de hijos adolescentes tenemos que hacer el duelo por la pérdida de la niñez de nuestro hijo. Ya no es un niño, ahora es un adolescente a punto de convertirse en un adulto. · Segunda oportunidad: hay dos momentos especialmente sensibles y propicios para conectar con nuestros hijos y desarrollar de manera organizada y sana su cerebro: 0-3 y 10-15 años. En la adolescencia se da la segunda oportunidad. Aprovechémosla. · Referentes: los adolescentes se dejan llevar e influir hasta límites insospechados por sus referentes e ídolos. Tengamos cuidado en qué tipo de referentes tienen. · Descanso, alimentación y ejercicio: estos son tres de los pilares imprescindibles para un cerebro sano. Dormir bien y suficientes horas, alimentarse de manera equilibrada y hacer ejercicio diariamente. · Ejercer de corteza prefrontal: ya hemos comentado que nuestros hijos adolescentes tienen su corteza prefrontal en obras, por lo que debemos acompañarles y ejercer de su timón en estos años de cambio.
Así funciona el cerebro del niño y del adolescente. Existen cuatro cerebros: el rojo, el verde, el azul y el amarillo. Esta es la metáfora que usa Rafa Guerrero, psicólogo infantil y doctor en Educación, en su libro El cerebro infantil y adolescente, claves y secretos de neuroeducación que tiene como objetivo explicar a mayores y pequeños las funciones cerebrales de estas cuatro aéreas de una forma pedagógica, útil y sencilla:
“El cerebro funciona como un todo, está interconectado, y el objetivo que tenemos nosotros como padres, madres, profesores y terapeutas es pegar, unir, esas cuatro zonas. Para hacerlo muy sencillo decidí diferenciarlos por colores”, subraya Guerrero. “Primero hablo del color rojo, que representaría la parte más primitiva, más intuitiva y orientada a la supervivencia; este cerebro no siente emociones, no piensa, no coordina, no ejecuta, solo le interesa estar bien alimentado, estar descansado, es muy básico y lo compartimos todos los animales”, prosigue el experto. Luego la cosa se va complicando. “Después, estaría el cerebro verde. Es un cerebro emocional, y es donde se codifican los vínculos, la sociabilidad, la amabilidad, el apego y conceptos muy básicos, como la memoria o el aprendizaje”, explica Guerrero. En resumen, el verde es el cajón de las emociones. Estos dos cerebros forman el subcórtex, anatómicamente hablando, son cerebros automáticos y dirigidos a la supervivencia.
Los cerebros azul y amarillo se encuentran en el neocórtex, que es la parte más externa del cerebro. Las dos terceras partes posteriores serían el azul, “y ahí almacenamos informaciones, nuestra memoria a largo plazo, todos nuestros recuerdos, nuestros conocimientos, el lenguaje, todo lo que hemos ido aprendiendo, los valores que nos han dado nuestros padres, todo el conocimiento que hemos adquirido en la escuela… se le podría llamar nuestra grandísima biblioteca”, incide Guerrero.
“El tercio restante sería el amarillo, y es el más importante, porque es el que se encarga de dirigir la orquesta, coordina todos los demás cerebros. Por ejemplo, tan importante es sobrevivir cuando te va a atropellar un coche como poder expresar una emoción cuando estoy enfadado porque algo no me gusta; como poder pensar y acceder a la información cuando estoy haciendo un examen; como poder coordinar todo eso. Es el CEO de la empresa, está ahí, en la corteza frontal, y es el amarillo, es el ejecutivo”, sostiene el experto. “Y es también el cerebro más influenciable para lo bueno y lo malo, el más influenciable por los medios de comunicación; por los padres, y por los amigos”, añade. “Por ejemplo, mi padre, por muy buena intención que tenga, aunque quiera movilizar el cerebro rojo, solo lo conseguirá si lo pone en riesgo, es el caso de los maltratadores o abusadores, pero recordemos que no es un cerebro a entrenar, es innato”, recalca el psicólogo. “El amarillo es el cerebro más maleable, más influenciable”
Según explica el especialista, al amarillo hay que darle mucho cariño, mucha paciencia, se tiene que cuidar, hay que tener un cerebro amarillo sano, “un cerebro insano no puede criar a un cerebro inmaduro, es imposible”. Lo debemos cuidar con mucho cariño, reitera, con mucha mirada incondicional, hay que estar muy presente, conectando con nuestros niños: “Todos los cerebros están interconectados, pero al final el que estructura, y el que es consciente de que lo estamos haciendo muy mal o muy bien, es el amarillo. Es el que le pone consciencia a la acción, el que se concentra, el que regula la inteligencia emocional, por ejemplo, está en esta parte”.
(Carolina García, Así funciona el cerebro del niño y del adolescente. Elpais.com).
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