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  • Foto del escritorMaren Kids

Cómo enseñar a tu hijo/a a que disfrute (mucho) de la vida

La vida está llena de obligaciones, de normas y de cosas que no salen, de expectativas que no se cumplen: y tus hijos lo van a aprender, contigo acompañándoles. Pero la vida también está llena de cosas maravillosas a nada que te paras un poco. Disfrutar, ¡qué palabra! De lo grande y lo pequeño, de ellos y ellos de nosotros: te contamos cómo favorecer que tu hijo sea un disfrutón de la vida.

Si le preguntamos a diez padres al azar qué es lo que quieren para sus hijos en la vida, muy probablemente (me arriesgo con la respuesta) la mayoría diremos que lo que de verdad queremos, lo que realmente importa, es que nuestros hijos sean felices (y que estén sanos, claro).


Disuta tú

Empecemos, como siempre digo para casi todo lo relacionado con los niños, por servir de ejemplo: vamos a quitarnos las anteojeras (blinkers, esas cositas que llevan los caballos en los ojos) que nos están quitando campo de visión.

Párate en el supermercado a oler el melón, cuando abraces a tu peque aprecia lo suave que tiene el pelo (¡y dilo en voz alta!), cierra los ojos cuando te den un beso y siéntelo (así pasa más lento, así tarda más en desvanecerse), etc.

Párate un poco, un segundo, es lo que necesitas para ver con perspectiva las cosas, para fijarte en el detalle, para que no se te escapen las horas y los días y las cosas de las manos sin siquiera haberte dado cuenta. ¡Y disfruta!


Ponerlos las gafas disfrutonas

Ser un poco “emocionante" es estupendo, hace que valoremos un mismo evento, una misma cosa, mucho más positivamente.

Te pongo un ejemplo: si vas a ir a una exposición y vas sin ganas, probablemente la experiencia sea un fiasco. Sin embargo si tu actitud es de “a ver qué me ofrece”, si vas con ánimo de pasarlo bien, lo más probable es que esa misma experiencia te resulte estupenda.

La lectura que hacemos de las cosas depende mucho de las expectativas que hayamos generado antes, y de la evaluación que hagamos del durante y del después.

A veces algo que podía ser un 9 (sobre 10) se queda en un tímido 5 porque nos centramos en lo que ha fallado, en lo que no era como esperábamos, en lo que podría mejorar. Sin embargo si nos centramos en lo que ha estado bien, en lo que nos ha aportado, la valoración será mucho más favorable...

¿Y sabes lo más importante? Que esa valoración es, el poso emocional que nos deja la experiencia en cuestión: si te lo pasas regular pensando que podría haber estado bien lo que sientes es frustración o decepción, mientras que si te lo pasas bien te sentirás satisfecho, animado...

Lo que pensamos modula cómo nos sentimos, así que favorezcamos que nuestros peques se centren en ver qué pueden sacar de cada experiencia, que valoren lo bueno, que "se emocionen" un poco, que es estupendo.




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